Tal y como hemos visto en otras ocasiones los monumentos y los edificios antiguos se encuentran en continuo desgaste debido a factores externos como pueden ser la contaminación, la suciedad o el clima. Esta exposición provoca que se pierda el aspecto original de las estructuras y por ello, se debe realizar un mantenimiento y en el caso de que se necesite, realizar una restauración.
La restauración monumental se encarga del proceso de renovación o reconstrucción de cualquier parte de un monumento. Esto puede englobar una gran variedad de actividades, desde limpiar la fachada exterior hasta el afianzamiento de los cimientos. Un proceso en el que desde Fetasa podemos ayudarte.
De esta forma, hoy vamos a ver cuáles son las tres corrientes predominantes en la práctica actual de la restauración.
También llamada de Museo. Este tipo de restauración se hace a las obras de arte destinadas a ser colocadas en un museo o en una exposición.
Su objetivo es preservar la pieza teniendo en cuenta la identificación visual de las intervenciones para garantizar al observador la autenticidad de cada una de sus partes. Excluye cualquier alteración a nivel de forma.
Por ejemplo, la pieza reparada recupera su técnica y forma, pero los reintegros no se ocultan,al contrario, resultan evidentes. Ejemplos típicos son los jarrones o vasijas en cerámica o barro prehispánicos que vemos en los museos.
En este tipo de intervención, el restaurador opera en pleno respeto de las características estructurales y de composición del objeto, tratando de devolverle, hasta en los mínimos detalles, su aspecto original.
Para esto, recurre a las técnicas y a los materiales utilizados en el periodo de la creación de la pieza. Esto sucede a menudo en la restauración de muebles de época, los cuales deberán ser reutilizados.
Este tipo de intervención tiende a «renovar» el objeto a través de las siguientes prácticas: