La contaminación que sufrimos en las ciudades está consiguiendo en pocos años lo que las inclemencias naturales no han podido en siglos: el deterioro de obras de arte y monumentos históricos de las ciudades. Aunque en la actualidad se cuenta con diversas técnicas de restauración, sus efectos secundarios pueden acabar estropeando este patrimonio. Frente a este problema, un novedoso sistema denominado biomineralización permite proteger y reparar las obras de manera limpia y ecológica.
Al contrario que los sistemas convencionales, la biomineralización, también conocida como carbonatogénesis bacteriana, es totalmente ecológico: El nuevo «biocalcín» mejora los intercambios gaseosos entre piedra y atmósfera y limita la penetración de agentes de degradación, evolucionando de manera natural con el resto del material.
La primera vez que se utilizó este sistema fue en 1993 en la iglesia francesa de Saint-Médard de Thouars (Poitou-Charentes), gracias a una labor de varios años en la que participaron varios equipos de investigación. Según muchos expertos se trata de una técnica rentable a corto y largo plazo, ya que requiere menos gasto en personal y estructuras, así como una menor cantidad de materiales, y no necesita tratamientos posteriores. En este sentido, las fases del proceso pueden tardar una semana aproximadamente, tras la cual hay que esperar a que las bacterias hagan su trabajo.