El hormigón, también conocido como concreto en algunos países, es uno de los materiales de construcción más utilizados y versátiles en el mundo. Su popularidad radica en su resistencia, durabilidad y capacidad para adaptarse a diversas aplicaciones. Desde la antigüedad hasta la era moderna, el hormigón ha sido un pilar fundamental en la construcción de infraestructuras, edificios y monumentos.
Su capacidad de soportar cargas pesadas y resistir condiciones ambientales adversas lo convierte en un elemento esencial para asegurar la estabilidad y la longevidad de las estructuras. En este contexto, la fusión de hormigón nuevo con hormigón viejo adquiere una importancia significativa, ya que garantiza la continuidad y la cohesión entre las diferentes etapas constructivas, preservando la integridad y el legado arquitectónico a lo largo del tiempo.
¿Quieres saber más sobre este tema? Pues hoy en el blog de Fetasa exploraremos el propósito y los usos de la fusión de hormigón nuevo con hormigón viejo.
La fusión de hormigón nuevo con hormigón viejo, también conocida como interfaz o junta fría, es una técnica utilizada en la construcción para asegurar una transición suave y duradera entre secciones de hormigón de diferentes edades.
De esta forma, esta unión es crucial para garantizar la integridad estructural y la estabilidad de una construcción a lo largo del tiempo.
El principal propósito de la fusión de hormigón nuevo con hormigón viejo es lograr una unión sólida y resistente entre dos secciones de hormigón de diferentes edades.
Por ello, cuando se realiza una construcción en etapas, como en ampliaciones o reparaciones, es esencial conectar adecuadamente las nuevas áreas de hormigón con las ya existentes. Esta técnica evita problemas de fisuración, desprendimiento y pérdida de resistencia, asegurando una estructura cohesiva y duradera.