Uno de los objetivos que ha perseguido una mayoría de estudios de arquitectura a la hora de diseñar una vivienda en los últimos años se ha basado en conseguir que ésta sea una sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Y lo han logrado convirtiendo una de las fachadas en una fachada verde.
También conocidas como fachadas vegetales o jardín vertical, las fachadas verdes resultan el equivalente de las llamadas cubiertas verdes. En lugar de cubrir un muro de ladrillo y hormigón, se opta por cubrir con plantas autóctonas de la zona la fachada.
Al colocar una fachada verde se obtienen múltiples beneficios, tanto económicos como medioambientales. Por un lado, las plantas ayudan a reducir la velocidad del viento que choca contra la fachada, lo que evita su enfriamiento, además de evitar el paso del agua de la lluvia.
Por el otro, actúan como muro de contención de los rayos solares. Durante el verano la fachada verde bloquea la radiación directa sobre la misma y se consigue así mantener una temperatura interior más baja, mientras que en invierno la fachada retiene el calor interior.
Conviene señalar, por último, que ayudan a controlar la humedad. Una función que también comparten las cubiertas vegetales de las viviendas construidas con otros en los países del norte de Europa.