El hormigón es una mezcla de áridos, aditivos, cemento y agua siendo el material de construcción más común y utilizado. Para los que tengan menos conocimientos, el hormigón armado viene a estar reforzado con armaduras metálicas para mejorar su resistencia a los esfuerzos de tracción, habiéndose comenzado a utilizar a finales del siglo XIX.
Contamos, básicamente, con tres tipos de hormigón: armado, en masa y el pretensado.
En el caso del hormigón en masa, es un hormigón sin armadura con el que conseguiremos absorber los esfuerzos de retracción y térmicos.
El hormigón pretensado viene a ser una tecnología de construcción de elementos estructurales de hormigón. Los mismos han sido sometidos de forma intencionada a grandes esfuerzos de compresión antes de ponerlos en servicio. Estos esfuerzos vienen dados por barras o cables de alambre que son tensados para anclarse después del hormigón.
En lo que respecta al hormigón armado, consiste en la utilización del hormigón reforzado con barras y mallas de acero.
El proceso de fabricación consta de las siguientes etapas:
Aunque como hemos dicho, el hormigón es un material estructural de gran durabilidad, versatilidad y resistencias mecánicas, el mismo puede verse afectado por diversas patologías o medios a los que está expuesto:
Con el paso del tiempo el hormigón puede presentar fisuras por movimientos, retracción y otros elementos, además del propio desgaste de la erosión.
El mayor problema sobre el hormigón suele ser la carbonatación, perdiendo la capacidad del mismo frente a la corrosión. Una vez se produce esto el hormigón comienza a oxidarse y provoca la rotura interna de este. La reparación de los elementos estructurales deberemos llevarla a cabo con materiales de buena adherencia y resistencia a golpes atmosféricos.
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